Es sábado por la mañana cuando escribo estas líneas,
al fondo hay un sonido que me tranquiliza:
mi lavadora…
la oigo levemente
con ese sonido de dar vueltas el tambor,
del que tan acostumbrada estoy.

Y reconozco que me da tranquilidad ese sonido,
es como reconocer que estás en paz, acompañado
en el orden que te da tu hogar.
Ella, tu lavadora que está contigo tantos años,
vive contigo retazos de tu vida en afonía,
allí acompañándote en un silencio tranquilizador.

Dirás que es un sin sentido,
pero piensa…en objetos de tu vida
que te dan instantes donde quedarte a vivir.
Desde la cafetera, cuando hueles el café
a la ducha cuando ya sale calentita,
o el agua saliendo a presión para lavarte las manos.

Sonidos ya acostumbrados en tu mente.
Pero que sin ellos no podrías vivir.
Ahora ya no te sorprenden, porque has dejado de mirarlos,
y ya ni los ves.

O esos también objetos dejados al azar un día
ese jarrón que pones las flores,
o ese panel de fotos en la pared,
con sonrisas congelas de momentos pasados,
tan queridos para ti,
o ese libro paralizado que quizás algún día llegaras a leer

Nuestra vida, nuestro hogar
está lleno de espacios inventados por nosotros,
colocados en aquel momento,
que ha dejado de ser “el momento”.

Detente y mira los espacios donde moras,
todos ofrecen momentos de vida, escenarios de situaciones
forman parte de ese marco que llamas tu vida.
Sin ellos no actuarias de la misma forma,
Ya que te dan el soporte para tener estabilidad
Y decidir tu camino.

Simplemente tener un espacio es una joya
así que hoy te invita a que mires esos sonidos, esos objetos
que son los que te aportan paz, equilibrio, sosiego
y los mires.

Y AGRADEZCAS
Son sonidos que te llevan a la paz de tu vida.