¿Alguna vez has sentido que la forma de aprender tradicional aburre? Escuchar sin interactuar, oír la disertación de un ponente, tomar apuntes… Yo sí

Y esa conclusión me llevó a otra: ¿qué es lo que me divierte y me enriquece? El movimiento y la música. De la misma forma que cuando estudiamos, si apuntamos, el método es más fiable; si nuestro cuerpo participa del aprendizaje no es solo más eficiente, también es más divertido.

A través de las dinámicas educativas en movimiento, podemos integrar aquello que nos costaba aprender, y convertirlo en una experiencia en la que nuestra atención esté perfectamente focalizada, en un estado de equilibrio en el que sabes que estás donde debes estar.

En un mundo en el que recibimos constantes impactos a través de los medios y las redes sociales, es importante que seamos capaces de mantener nuestra mente concentrada, y podemos lograrlo gracias a la comunión con el cuerpo.